A veces, nos hacemos una gran expectativa de algo y, luego, la vida nos cambia los planes.

Sin embargo, aunque no se cumpla, siempre puedes sacarle ventaja al cambio ¿Cómo? transformando tus pensamientos para pasarla mucho mejor.

Esto me remite a un viaje que hice con mis papás a Escocia cuando tenía 13 años. Desde que llegué, amé ese país (creo que en otra vida fui escocesa).

Tal es así, que dé regreso a casa, cogí un folletito con los atractivos turísticos y me dije: «Algún día los visitaré TODOS», pero había uno en especial: El castillo de Inveraray.

Rumbo al castillo de Inveraray

Hace 5 años, regresé a Escocia con una de mis mejores amigas y su pareja.

Cuando coordinamos el viaje, puse las cartas sobre la mesa. Les dije que mi principal expectativa era ir al castillo y era lo único que les pedía hacer. 

Para esto, Inveraray, es un pueblito pequeño que queda al otro lado de la costa, alejado de los principales atractivos turísticos.

Pero, tal fue mi cara de por favor quiero ir desde que tengo 13, que aceptaron.

Salimos un sábado tempranito. En total nos tomó como 3 horas y media llegar.

Llegamos a las 2:00 p.m. a un pueblito pintoresco al lado de un lago, donde no había nada que hacer excepto por mi castillo.

Al bajar, preguntamos cuando pasaría el siguiente bus y nos dijeron que a las 7:45 p.m.

En ese momento, el ahora esposo de mi amiga me quería, probablemente, matar (por el día desperdiciado en el medio de la nada).

Nada salió cómo planeaba

Estaba feliz, conocería por fin mi castillo; pero el entusiasmo duro poco, cuando llegamos a la entrada, vimos un cartel que decía: “Castillo cerrado»… NOOOOO!!!

Ya te imaginarás la cara de todos los involucrados. Viajamos a la China por las hue…

Claramente, mi expectativa se desplomó en un segundo ¡por dios! era lo único que pedía.

Entre la decepción de no poder ingresar y la vergüenza, sobre todo con el saliente de mi amiga, por no averiguar antes (ella me conoce y sabe que estas cosas me pueden pasar).

Conversamos y dijimos ¿Qué (disculpen la palabra) carajo vamos a hacer acá como 6 horas? Yo creo que el susodicho si hubiera podido tirarme al lago, lo hubiera hecho, pero fue todo un caballero.

Muy amable y con mirada optimista trató de convencer al seguridad del castillo que nos deje entrar. Después de todo veníamos de Perú… jajajaja…obvió no lo logró.

Así que, decidimos caminar. Paseamos por unos campos hermosos como 2 horas. Aún quedaban 4!!!

¿Qué haríamos?

Encontramos un hotelito, nos sentamos a almorzar y a tomar según ellos uno de los mejores whisky (estábamos en Escocia) y lo mejor, super baratos.

Al pasar el rato, estábamos envueltos en una conversación super divertida  y con una anécdota que recordaríamos toda la vida. Cambiamos las caras largas, por el dolor en la panza de tanto reírnos.

De pronto, pasar la noche en ese pueblito no sonaba para nada descabellado… y así, sin darnos cuenta, llego la hora de partir de regreso a Edimburgo.

Hasta ahora, esta anécdota se la contamos sin cansancio a todo el mundo cada vez que nos encontramos. Sin duda alguna, nos hizo el viaje.

El no lograr mi expectativa, me dio la oportunidad de tener una de las experiencias que marcó mi vida. Te aseguro que si el castillo hubiera estado abierto, no sería lo mismo.

Cuando las cosas no salen cómo esperas

Sé que la expectativa por un castillo no tiene punto de comparación con la que tenías por una relación que llegó a su fin o por el trabajo que fracasó después de emprenderlo tan ilusionada.

Estas son situaciones que marcan la vida y si no se trabajan a tiempo, dejan huella; sin embargo, también puedes darles la vuelta.

¿Cómo?

Empieza por hacerte estas simples pero poderosas preguntas:

Si terminó tu relación…¿Para qué querías que esa persona esté siempre a tu lado?
Si saliste del trabajo…¿Para qué querías hacer línea de carrera en esa organización?
Si tu plan o proyecto se desplomó o no salió como esperabas… ¿Para qué querías que funcione?

Probablemente, tras estas respuestas, encuentres unas palabritas en común: para sentirme más plena y feliz.

Al final, es lo que anhelamos todos. 

Y, debido a que la felicidad y la plenitud no están atadas a nada en particular, después del duelo puedes volver a soñar.

¿Qué puedes hacer para darle la vuelta y continuar disfrutando?

Una de las cosas, es parar el rollo mental dramático que te dice que llegó el fin de los tiempos y CONFIAR que todo en esta vida pasa por algo.

Seguramente, así como mi visita al castillo, si tu expectativa no se cumplió, aparecerá algo nuevo y mucho mejor.

Además, después de la pérdida, te sentirás orgullosa de la fortaleza que tuviste para salir adelante y seguir creciendo.

Al final, todo depende de cómo elijas interpretar el momento; o te hundes en el hoyo de la decepción o te levantas fuerte y airosa en medio del lodo.

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PD:  si me preguntas… ¿Volverías al castillo? La verdad es que no. Ese capítulo lo cerré y de la mejor manera.

*Un agradecimiento especial a Claudia y Ale por acompañarme en esta aventura.

Me encantaría escucharte

¿Alguna vez tus planes no salieron cómo esperabas? ¿Qué lección te llevaste de esa experiencia?

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