La semana pasada escuché una conferencia de Brene Brown (autora, conferencista e investigadora) sobre la verguenza y pensé “esto tengo que compartirlo”; pues es una de las principales emociones que afectan tu confianza y amor propio.
En este post, voy a mostrarte de dónde viene, cómo se manifiesta y cuál es su principal antídoto.
Comenzamos a sentir que somos inadecuadas
Empecé a sentirme inadecuada cuando ingresé al nido (sí, así de lejos me remito).
Era una niña tímida, hija única, que le costaba mucho socializar. Pensaba que si hacía algo malo, sería rechazada.
En el colegio, odiaba formar grupos y sentía vergüenza cuando era de las últimas en ser elegida; pues me hacía sentir que no valía lo suficiente.
¿Te imaginarás cómo fue mi juventud? Mi poca confianza y amor propio provocaban comportamientos auto-destructivos que me llevaban a conformarme con poco en total de recibir afecto.
¿Cómo surge la verguenza y cómo afecta tu confianza y amor propio?
Brene plantea que surge de una creencia dolorosa (instalada en la infancia) de que algo en ti es inadecuado; por ello, no mereces amor ni pertenecer a un grupo.
Digamos que cuando eras niña y te comportabas mal, tus padres, niñeras o profesoras te decían: “eres una niña mala” en vez de “hiciste algo malo”, “eres tonta” en vez de “lo que hiciste fue tonto”, “eres un error” en vez de “lo que hiciste fue un error”.
Al estar en plena formación, tomábamos lo que escuchábamos como verdades (sobre todo si provenía de figuras de autoridad). No teníamos la capacidad de racionalizar las palabras; por lo tanto, afectaban el desarrollo de nuestra confianza y valor personal.
(Ojo: no todos reaccionamos igual y tampoco se trata de buscar culpables. La eduación era distinta; sin embargo, si tienes hijos pequeños, está en tus manos generar un cambio.)
Los típicos comportamientos sabotadores que utilizas cuando te sientes avergonzada
La vergüenza genera un profundo dolor en el alma que te puede llevar a caer en todo tipo de adicciones, trastornos alimenticios y en casos extremos, al suicidio; en total de evadir el dolor.
Además de estos comportamientos de evasión, Brene menciona 3 escudos que utilizamos cuando nos sentimos avergonzados:
1. Alejarte:
Por ejemplo, te sientes avergonzada porque traicionaste a una amiga contando uno de sus secretos; entonces, evitas dar la cara por un tiempo o hasta que te busque.
2. Acercarte:
En este grupo aparecen las complacientes que reconocen sus errores agrandando las cualidades del otro.
Por ejemplo: “es que tú eres increíblemente bueno, discúlpame”, “sé que eres maravilloso y no te merezco, por favor perdóname” o “eres demasiado capa, ojalá pudiera ser así”.
3. Ir en contra:
Te dijeron algo que te dio en la herida y piensas “¿quieres guerra? tendrás guerra… te voy a hacer sentir tan mal que te aniquilaré emocionalmente” … por supuesto después te sientes pésima.
¿Cuál es el antídoto a la verguenza?
El principal es sacarlo de tu corazón y contárselo a alguien. La vergüenza se perpetúa en silencio.
A esto se debe el éxito de la campaña Me too, cuando un grupo de mujeres se atrevieron a contar los abusos que vivieron y aparecieron muchas más.
De pronto, ya no te sientes como el bicho que le pasó algo extrañísimo, sino eres consciente de que es más común de lo que te imaginas.
La responsabilidad con respecto a por qué te pasó deja de estar sobre ti…
Ya no te compras el cuento de que eres insuficiente por eso tu marido te saca la vuelta o tu jefe te explota.
Para qué es importante trabajar la verguenza
Para lograr tus sueños y vivir con mayor plenitud, amor y confianza.
La verguenza es una de las principales matadoras de sueños…y de todo tipo de sueños… ya sean amorosos y/o laborales.
Al poner en duda tu valor, impide que desarrolles la confianza y amor popio para ir en búsqueda de una vida más plena.
La verguenza te hace sentir que de alguna manera “mereces el lugar en el que estás” o que no vas a encontrar nada mejor.
Por lo tanto, te lleva a conformarte con situaciones que pueden ser, incluso, peligrosas para tu salud físicia y mental.
¿A quién acudir?
Te recomiendo buscar a alguien que te sepa escuchar y comprender, sin juzgarte. Que te ayude a desarrollar fortaleza, confianza y amor propio.
Sin decirte “Hay eso no es nada, ya pasará”. Alguien empático que pueda ponerse en tu lugar y mostrarte lo mucho que vales.
Si puedes acudir a un coach o sanador ¡bienvenido sea!
Te conté mi historia para que no te sientas sola, si te ocurrió algo parecido.
Aunque me duela un poco recordar, ya no me averguenza (he trabajado mucho en esto)… y tú también puedes.
Antes de despedirme….
Me encantaría escucharte
¿Qué escudos utilizas cuando te sientes avergonzada y con qué fin?
¿Logras identificar los pensamientos y creencias que te llevan a conformarte con poco?
Escríbe tus respuestas en los comentarios y te responderé encantada.
(Los cometarios serán publicados).